viernes, 5 de febrero de 2010

El partido que podría derrotar al PRI

Al igual que en 2003, los tricolores están convencidos de que el próximo presidente de México será uno de los suyos. Falta ver si el fantasma del dedazo no acaba derrotándolos.

Si hoy fueran las elecciones, un priista sería el próximo presidente de la República.


Eso decían las encuestas después de las elecciones intermedias de 2003.


Y es que el desempeño del presidente Vicente Fox decepcionó tanto a los electores, que muchos prefirieron no votar, o hacerlo por el partido de las “alimañas, las tepocatas y las víboras prietas”. Fox había demostrado que era algo peor que eso.


En las elecciones intermedias de 2003, el PAN pasó a ser la segunda fuerza política en la Cámara de Diputados, mientras que el PRD se mantuvo en su tradicional tercer lugar.


En cambio, los priistas estaban seguros de que en 2006, uno de ellos sería el presidente de la República. Solo que había un problema: definir quién de ellos sería el candidato.


Los tricolores se dividieron, y una buena parte de los gobernadores priistas optó por apoyar al candidato del PAN para asegurar sus feudos y privilegios. El PRI no nada más perdió la elección presidencial, sino que pasó a ser la tercera minoría en el Congreso.


¿Qué pasó? El PRI derrotó al PRI.

2012


Si hoy fueran las elecciones, un priista sería el próximo presidente de la República.


Es lo que revelan las encuestas de 2010. Y como en 2003, el PRI volvió a barrer a sus adversarios en las elecciones intermedias de 2009.


Nuevamente, los electores expresaron en las urnas su decepción por el desempeño del PAN en el gobierno.


Pero esta vez, al tricolor le fue mejor. No solo volvió a ser la primera minoría en el Congreso, sino que además arrebató al PAN las gubernaturas de Querétaro y San Luis Potosí, así como el llamado “corredor azul” del Estado de México.


El “presidente del empleo” no ha podido serlo. El número de pobres crece año con año y la economía va para atrás. Eso, sin contar el fracaso de la guerra contra el narco y el incremento de la violencia.


Por todo esto, los priistas están convencidos de que el próximo presidente de México será uno de los suyos.


Solo que existe un problema: definir quién será el candidato.

EL DEMONIO DEL DEDAZO


Elegir democráticamente a un candidato les resulta muy complicado a todos los partidos políticos de México, pero más al PRI.


Y es que eso de proponer a un candidato surgido de un proceso democrático no siempre es conveniente para las nomenklaturas de los partidos políticos.


Por eso el PRI inventó la institución del dedazo a favor del “candidato de la unidad”. Método que también ha sido adoptado por el resto de los paridos políticos mexicanos.


Sin embargo, el candidato de dedazo, no siempre logra ganar en los procesos democráticos. Sea del PRI, del PAN o del PRD.


Querétaro, San Luis Potosí y Nuevo León son tres ejemplos del fracaso del dedazo blanquiazul.


El dedazo no solo provoca división al interior de los partidos, sino que además genera un ambiente adverso para el candidato, que suele ser tan impopular, que, de no haber sido por el dedazo, nunca hubiera sido candidato.


Cuando los priistas creen que tienen asegurado el triunfo, casi siempre se les aparece el demonio del dedazo.



EL DILEMA DE BEATRIZ PAREDES


“Hay algo muy claro: antes decidía el presidente de la República, pero ahora deciden los gobernadores. ¿Tenemos que aceptar que un gobernador imponga un candidato dentro del partido?”, cuestionó recientemente Enrique Doger, uno de los precandidatos del PRI al gobierno del estado de Puebla.


Beatriz Paredes, presidenta del tricolor, enfrenta un dilema crucial. O deja en manos de cada gobernador priista la designación de su sucesor, lo cual consolidaría los cacicazgos y provocaría el distanciamiento de su partido de la sociedad, o impulsa a los candidatos más cercanos a los ciudadanos, con el consecuente conflicto con el cacique local.


Quizá aquí radica el problema más inmediato y trascendente que enfrenta la presidenta del PRI, no solo para ganar las elecciones de este año, sino para lograr que un correligionario pueda triunfar en las elecciones presidenciales de 2012.


Resulta paradójico que cuando el PRI pasa por su mejor momento, también encara su mayor riesgo.


¿Cómo hacer que el PRI gane las elecciones a pesar de los caciques del PRI? ¿Cómo mantener la unidad del partido cuando pasa por sus mejores momentos?


Y es que hoy, hasta los partidos de oposición, como el PAN y el PRD, se han aliado para postular a priistas disidentes.


Es el caso de Durango, pero podría ser también el de Puebla, Oaxaca, Veracruz y Sinaloa.

DURANGO


En Durango, el candidato de la Alianza PAN-PRD-PT a la gubernatura es un priista.


Se trata de José Rosas Aispuro, quien fue presidente municipal de la ciudad de Durango en la administración 2001-2004.


Rosas esperó hasta el final para competir con el candidato del gobernador, y cuando ya no tuvo oportunidad, negoció su candidatura con los otros partidos.


El PRI refuerza así los cacicazgos locales, pero al mismo tiempo se divide, y los propios tricolores pierden al no renovar su equipo local.

PUEBLA


En Puebla, el gobernador Mario Marín vetó la candidatura de Enrique Doger, ex alcalde de la ciudad de Puebla y ex rector de la Universidad Autónoma de Puebla.


El Gober Precioso trata de imponer a su secretario de Desarrollo Social, Javier López Zavala. Por eso ha ordenado a la sucursal del PRI en Puebla que niegue el registro a Doger.


Y aunque Beatriz paredes intentó negociar con Doger alguna posición, la poderosa presidenta del PRI nada pudo hacer. El gobernador poblano se impuso y vetó al ex alcalde.


El resultado es que el PRI de Puebla está dividido. Y esto abre la posibilidad de que Enrique Doger se alíe con otro ex priista, el ahora panista Rafael Moreno Valle, para derrotar al candidato de Mario Marín.


Para el PRI, lo peor sería que Enrique Doger, como sucedió en Durango, fuera postulado por una alianza entre el PAN y el PRD.

OAXACA


El PRI también podría perder en Oaxaca gracias al propio PRI, no obstante que arrasó a la oposición en las elecciones federales de 2009.


El PRI oaxaqueño, como el de Puebla, está dividido.


El intento de Ulises Ruiz por imponer al diputado Eviel Pérez, que fue su secretario de Obras Públicas, empieza a tener sus secuelas.


Por lo pronto, el alcalde de Oaxaca, el priista José Antonio Hernández, lanzó ya una advertencia a Ulises Ruiz: “Se ha hablado de que hay riesgos de fractura y, por supuesto, si no se mantienen las cosas en un nivel equitativo, si no se explica cómo se van a tomar la decisiones, pues sí existe ese riesgo de fractura”.


Y lo que parecía ser una elección tranquila para el tricolor oaxaqueño, hoy se puede convertir en la peor pesadilla.


La oposición está tejiendo una alianza en torno a Gabino Cué, aunque los núcleos duros del PRD y el PAN no han logrado el consenso.


El mismo presidente municipal de Oaxaca, que es del PRI, reconoce que ha tenido acercamientos con sus “amigos” del PAN y el PRD.


Por lo tanto, la alianza opositora puede estar encontrando tierra fértil en los terrenos del PRI para arrebatar ese estado al delfín de Ulises Ruiz.

Veracruz


Un proceso similar empieza a ocurrir en Veracruz, donde el gobernador Fidel Herrera aspira tener un sucesor siempre fiel.


El diputado Javier Duarte parece ser el delfín del mandatario estatal. Sin embargo, el candidato del gobernador se ha topado con la resistencia de sus propios compañeros de partido.

SINALOA


El gobernador Jesús Aguilar está empeñado en imponer en Sinaloa a su compadre Jesús Vizcarra Calderón. Parece que no le importa que algunas de las relaciones de Vizcarra con famosos capos del narcotráfico hayan sido difundidas en todo el país.


En cambio, el senador priista Manuel López Valdez –Maloba–, con más popularidad y prestigio que Vizcarra, pudiera ser el candidato del PAN en Sinaloa.


¿De veras el PRI ya tiene amarrado el triunfo para las elecciones presidenciales de 2012?

Por Félix Arredondo
Reporte Índigo

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